“Acercarnos a quienes tenemos lejos”

Hermano Moisés Martín, consejero provincial de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios España

El hermano Moisés Martín Boscá es consejero provincial de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios España. Nacido en 1957 en Alaquàs (Valencia). Diplomado en Ciencias Bíblicas, trabajador social y máster en Cooperación Internacional, ha sido consejero provincial de la Provincia de Aragón, director de Juan Ciudad ONGD y de la Oficina de Misiones y Cooperación Internacional de la Curia General en Roma. Desde marzo de 2021 está desarrollando su labor como consejero provincial de la Provincia de España y es director del Área de Solidaridad de la Orden Hospitalaria. Con él hablamos de solidaridad y de su vínculo con la institución.

Hermano Moisés Martín Boscá | Consejero provincial de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios España

¿Cuál fue su primer contacto con la Orden de San Juan de Dios y en qué momento decidió vincularse para siempre con la institución?

Cuando estaba discerniendo mi vocación (por allá 1975-1976), los sacerdotes de mi parroquia y la Comunidad de Religiosas de la misma me facilitaron el conocimiento del Centro de la Orden en Valencia, entonces el Hospital San Juan de Dios en la Malvarrosa. Allí tuve el primer contacto y ya después seguí el proceso con los hermanos responsables que estaban en Sant Boi de Llobregat (Barcelona), realizando una experiencia vocacional, e inicié allí mismo el postulantado, el primer paso formal de la formación inicial, que continué con el noviciado en la Fundación San José de Madrid, y el escolasticado, cuando volví de nuevo a Sant Boi, y en Terriente (Teruel), donde hice la profesión solemne.

¿En qué ha consistido exactamente su misión a lo largo de este periodo de transición?

En marzo de 2019, después de terminar el Capítulo General en Roma, tras unos años en el servicio de las Misiones y Cooperación Internacional, regresé a la provincia de Aragón, y se me pidió que me incorporara al Consejo Delegado, que estaba trabajando la coordinación y animación para unificar las tres provincias en una sola. En marzo de 2021, se constituyó la Provincia de San Juan de Dios, y en ese momento se me encargó acompañar, además de otros temas de la vida de hermanos, el arranque del Área de Solidaridad. Esta Área está basada en el recorrido que uno de los grupos de reflexión, compuesto por hermanos y colaboradores, habían realizado ya desde los últimos capítulos provinciales en 2018.

La Orden Hospitalaria de San Juan de Dios se encuentra actualmente en un momento de cambios y empezando una nueva etapa. ¿Cómo se vive este momento a nivel interno?

Bueno, ya llevamos algo de recorrido — yo diría que, con ilusión y ganas—, aunque lógicamente los cambios también traen algo de incertidumbre, porque nos llevan a realizar cosas que no conocemos tanto; vamos, que no tenemos tan controladas.  Todas estas cosas están fundamentadas en el trabajo previo realizado y son el necesario estímulo para seguir manteniendo viva la Hospitalidad que hemos recibido como don. Además, las incertidumbres se combaten trabajando, y en esa realidad la Familia de San Juan de Dios, Hermanos, profesionales, voluntarios, damos la talla —perdón por la inmodestia—, sintiéndonos también apoyados por amigos y bienhechores que favorecen el desarrollo de la misión.

¿Cuáles son los retos, socialmente hablando, que tiene la Orden por delante?

El reto principal es hacer cercano al alejado. Hacer conocido al forastero y hermano al extranjero, acompañar al débil y curar al enfermo. En este momento social, cobra más valor todo esto, porque a veces cuesta verlo en lo cotidiano. La acogida, la escucha, la cercanía, el acompañamiento, el silencio, respetando tiempos y procesos, también siendo voz de los que no se les escucha, porque nos da miedo o no se les tolera porque son diferentes, siendo conciencia crítica y constructiva, sensibilizando y posibilitando que todos lo puedan hacer. Para ello hemos de seguir apostando por que nuestras estructuras, servicios y programas sigan validando los valores, que vienen marcados por la HOSPITALIDAD, el respeto, la calidad, la espiritualidad y la responsabilidad y que un buen instrumento para ello es la solidaridad.

Y en esto también tiene que ver la implicación de todos los colaboradores que la hacen posible con su acción profesional, o de aquellos que liberan tiempo para ejercer como voluntarios, o aportando su apoyo económico, para que se puedan atender necesidades nuevas o antiguas que las administraciones ya no apoyan, aquí cerca de nosotros o más allá de nuestras fronteras.

¿Cuál es el aprendizaje más grande que ha hecho usted durante toda esta experiencia en San Juan de Dios?

San Juan de Dios era un hombre sin barreras, sin fronteras, y en su época (siglo XVI) lo demostró tantas veces —con su ir y venir e implicando a más personas en su obra, bienhechores, amigos— que algunos se convertirían en compañeros como hermanos o trabajadores y otros como voluntarios. Hoy, con los medios de información y comunicación que tenemos, no creo que le faltaran lugares donde atender a personas enfermas y necesitadas, y estoy seguro que encontraría actividades para realizar con ellas y medios para trabajar con otras instituciones.

He aprendido que se puede vivir formando parte de una Familia Hospitalaria, estar junto aquellos que aún no cuentan, que no son útiles, que no tienen derechos o que los han perdido por su estilo de vida, y no son acompañados por nadie. Sin lugar a dudas, he aprendido con su ejemplo a estar con los ojos, los oídos, los brazos y el corazón bien abiertos para salir de… para ir a…, donde la Hospitalidad siga siendo carente. Me parece que esto es, además de un aprendizaje, una invitación, un reto.

A nivel personal, ¿qué le ha aportado San Juan de Dios? y ¿qué le ha aportado usted a la Orden?

Me ha fortalecido y, en algunos aspectos, me ha hecho descubrir el valor y el acompañamiento holístico de la persona, y especialmente de la persona en vulnerabilidad. Nuestro fundador tenía una preocupación y era que el acompañamiento, el estar con las personas, no las hiciera dependientes, de él o de las otras personas que les ayudaban. El fin era conseguir personas que fueran autónomas, protagonistas de su propia vida; por ejemplo cuando él mismo cuenta en una de sus cartas a uno de sus bienhechores, Gutierre Laso: «Porque así como esta casa es general, así reciben en ella… y sin éstos, otros muchos peregrinos y viandantes que aquí se llegan y les dan fuego y agua y sal y vasijas para guisar de comer», o sea que implica a la propia persona en la gestión de su propia situación, y también en la responsabilidad de ser parte activa de su propio bienestar. Podríamos decir, yo contigo, pero no sin ti.

No sé qué he aportado yo; lo que sí que puedo decir es que he intentado, y procuro hacerlo cada día, ser fiel a esos valores que él nos ha dejado, respondiendo a los servicios y tareas que me van encomendando mis superiores. Y con esta visión, trabajo para devolver a aquellos el protagonismo de sus propias vidas.

¿La cooperación internacional ha marcado su vida? ¿Cuál es el aprendizaje más importante que ha hecho?

Me ha convencido que es la forma de UNIVERSALIZAR la Hospitalidad, haciéndonos crecer en el sentirnos parte de un todo. Aquello que estamos haciendo en una tarea concreta, en un centro concreto, en una provincia determinada, tiene un valor y un beneficio multiplicado en el conjunto de la institución.  Sobre todo, cuando lo comunicamos y lo compartimos.

Por tanto, es importante trabajar cada vez más en RED; hemos de aprovechar las sinergias que se dan en cada lugar o realidad concreta. Estoy convencido de que, si fuéramos capaces de poner en común, aunque solo fuera sobre el papel, todo lo que hacemos en cooperación internacional, nos asombraríamos, y aún nos involucraríamos más.

Nuestra dedicación no es solo una acción de desarrollo —aunque desde ella podemos construir, ser útiles— sino que además es estar junto a la persona, permanecer con ella, aunque ya no exista crisis humanitaria —¡ojalá!—, para que pueda obtener y mantener totalmente su dignidad como miembro de una comunidad local y una familia universal, lo cual nos hermana.

¿Cómo define usted la hospitalidad, uno de los valores imprescindibles de la Orden?

Salir de uno mismo para que entre el otro, o sea servir, cuidar especialmente a los más frágiles, apoyar su autonomía y su desarrollo, que pueda ser protagonista de su propia vida.

¿Qué es para usted la solidaridad y por qué es tan necesaria en los tiempos que vivimos?

Es una forma de hacer presente la hospitalidad. Y me identifico con la de empeñarse por el bien común, porque todos somos verdaderamente responsables de todos.

¿Porque es tan necesaria?

Porque ella nos completa y califica como seres humanos.

Cuestionario breve

  • Película preferida: Silencio, de Martin Scorsese
  • Un libro: Biografía de la luz. Pablo d’Ors
  • Plato de comida preferido: Arroz al horno
  • Una canción: “Resistiré” de El Consorcio
  • Un sitio en el mundo (por qué). Vivir donde estoy como en mi sitio
  • Una virtud: El respeto
  • Un defecto: La impaciencia
  • Una máxima vital: “De lo que eres puede salir algo muy bueno”

Esta entrevista forma parte de la Memoria Solidaridad SJD.

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