Licenciado en derecho, es el Director de Sant Joan de Déu Serveis Socials – Barcelona y actualemente Responsable del Ámbito Social de San Juan de Dios
Salvador Maneu | Director de Sant Joan de Déu Serveis Socials - Barcelona
El trabajo y la vivienda son sin ningún tipo de duda dos elementos troncales que pueden favorecer o dificultar el logro de nuestro proyecto vital y de una ciudadanía plena. Esta afirmación no es nueva ni aporta nada que no sepamos, pero me parece pertinente recuperarla porque no por obvia ha perdido vigencia. A menudo las cosas más simples son las que más cuestan ver y las que olvidamos más a menudo.
Ilustrémoslo con dos tendencias que se agravan en los últimos años. La primera, tiene que ver con el número creciente de personas sin hogar que tienen un contrato de trabajo, no un trabajo cualquiera informal; la segunda, apunta al alargamiento de las estancias en recursos residenciales transitorios, como albergues o pisos de transición de personas que tienen recursos económicos, pero que son del todo insuficientes para hacer frente al pago del alquiler y gastos básicos de una vivienda.
Estas dos tendencias condensan la gran contradicción del momento, consistente en una economía productiva que todavía abusa de los salarios bajos, en un entorno inmobiliario con fuertes presiones al alza. En la medida que el derecho al trabajo queda desvirtuado y pierde la función social para la que fue creado, el derecho a una vivienda digna es más vulnerable. Y a medida que el derecho a la vivienda se convierte en un privilegio y se aleja de sus postulados sociales más elementales, el trabajo se convierte en una condición necesaria pero no suficiente para asegurar una inclusión social plena.
Es necesario abordar una regulación pública de dos bienes esenciales como son el trabajo y la vivienda
Ante un diagnóstico tan adverso, es necesario preguntar-se si hay soluciones realistas para salir de este callejón sin salida. Y rotundamente tenemos que decir que sí. El sentido común y los expertos aconsejan una batería de medidas a corto, medio y largo plazo. Cuando el mercado no es capaz de autorregularse y deja importantes grietas en términos de cohesión social e intergeneracional, hay que abordar una regulación pública de dos bienes esenciales como son el trabajo y la vivienda, que sea más valiente, innovadora, duradera y dotada presupuestariamente con magnitudes económicas similares a países de nuestro entorno. Un mayor y mejor gasto público en políticas preventivas y de apoyo a la autonomía de las personas se traduce siempre en un ahorro económico en subsidios y prestaciones de carácter paliativo y a la larga acaba siendo una inversión social muy rentable.
Este articulo ‘Obviedades’ se publicó el 10 de junio de 2019 en Social.cat