Raquel Cervera | Cuidadora de la FAD-SJD
Raquel Cervera, de cuarenta años, hace diecisiete que llegó desde Guinea Ecuatorial a Barcelona con una hija de dos años. La pequeña estaba enferma y el sistema sanitario de su país no podía tratarla. Sin pensarlo dos veces, dejó a su marido y se trasladó a Barcelona en busca de nuevas oportunidades. Empezó una etapa muy inestable viviendo en distintas habitaciones de alquiler y sin papeles.
“Lo peor de estar en una situación de exclusión social es que te sientes invisible y te frustras cada vez que quieres avanzar. Incluso en gestiones tan sencillas como abrir una cuenta bancaria, para nosotros era imposible”.
El hecho de tener una niña pequeña hacía que no pudiera acceder a trabajos a tiempo completo y la mayoría eran muy precarios. Poco a poco, pudo sacar tiempo para hacer varios cursos en diversas entidades hasta que llegó al centro de formación de la FAD-SJD.
Maestra de educación infantil en su país, y también estudiante de administración, Raquel aprovecha toda la formación recibida. «En la FAD-SJD me sentí acogida, encontré hospitalidad y unos cursos muy profesionales, muy competentes, que te ayudan a ser mejor cuidadora«. Se ha formado en el cuidado de personas dependientes, en la atención a personas con Alzheimer y trastornos de salud mental, en pluridiscapacidad infantil… “¡Eran tantas las ganas que tenía de aprender que casi doy a luz a mi tercera hija en clase!”
Hace cuatro años, la FAD-SJD la contrató. “Estoy muy agradecida, porque cuando lo hicieron estaba embarazada. Vieron mi potencial y eso no les echó atrás”. Trabaja en atención domiciliaria de personas en situación de dependencia. “No todas son personas mayores, a veces son niños o jóvenes dependientes a causa de una enfermedad de salud mental o crónica. Les doy conversación, les ayudo a ducharse, a mantenerse activos, a salir de casa… Soy como un bastón”.
Recuerda una imagen de uno de los cursos que hizo en la FAD-SJD. Había un árbol y un palo muy pequeño que le ayudaba a no caer, a sostenerse. “Me ha quedado grabada esa imagen. El pequeño palo era lo que le hacía mantener la dignidad; si no, habría caído. Nosotros, las cuidadoras, somos eso, ese pequeño apoyo que sirve para que estas personas tengan, o mejor dicho, afiancen su dignidad. Estamos a su lado para lo que necesiten”. En algunos casos, es únicamente hablar o jugar. En otros, su acompañamiento se convierte en un respiro para los familiares que las cuidan. Para que puedan descansar, desconectar o hacer sus gestiones sin preocupaciones.
“A veces puede parecer que no hagas nada, que solo estás jugando, pero en realidad estás haciendo mucho, estás estimulando su capacidad mental, al tiempo que le proporcionas un rato de ocio que mejora su bienestar emocional. Cada casa es diferente, cada persona necesita un acompañamiento diferente”.
Comprometida como la que más, nunca pierde la sonrisa. “En los cuidados he encontrado una profesión gratificante, que me hace sentir bien. Es importante empatizar con estas personas, con su situación y ser muy solidaria. No en el sentido de dar cosas, sino en ofrecer tu tiempo y que sea de calidad. Tengo que poder marchar de una casa sabiendo que he hecho todo lo que podía hacer, que esa persona es ahora un poquito más feliz”.
Raquel sigue formándose mientras trabaja. Ha regularizado su situación en España gracias a este contrato como cuidadora de la FAD-SJD. Su hija se ha curado y sueña con mejorar su situación económica para poder seguir mirando el futuro con optimismo. Eso sí, con más tiempo personal para dedicar a sus tres hijas ya su pareja.
Esta entrevista forma parte de la Memoria Solidaridad SJD 2022.