El Parc Sanitari Sant Joan de Déu ha sido uno de los centros SJD más afectados por la pandemia, y un año después hablamos con su directora adjunta, Imma Roig, para que nos explique cómo vivieron el inicio de la pandemia, cómo se gestiona una urgencia de esta magnitud, cuáles han sido los aprendizajes y qué papel ha jugado también la solidaridad a lo largo de este tiempo.
Immaculada Roig | Directora adjunta del Parc Sanitari Sant Joan de Déu
Estamos pasando por una crisis sin precedentes…
¡Sí, pero también hemos vivido una solidaridad sin precedentes! Todo ha sido de absoluta excepcionalidad. Recuerdo un día que un repartidor nos trajo más de 100 pizzas para los profesionales que estaban de guardia, las fuerzas de seguridad entraban por la calle de urgencias y aplaudían a los sanitarios… y así innombrables gestos que han ido sucediendo. La ciudadanía y su solidaridad han sido un motor lleno de energía, entusiasmo y generosidad, que nos ha dado fuerza para no desfallecer.
Y sin el compromiso y sacrificio del personal sanitario no lo habríamos logrado.
Con sus propios miedos han tenido que hacer frente a situaciones complejas — muchas veces extremas — de angustia personal. El esfuerzo y compromiso de los profesionales han sido esenciales para continuar proporcionando un servicio excelente a las personas atendidas, a pesar del miedo a contraer la enfermedad y contagiarla a su entorno más cercano. Pusimos en marcha un programa de apoyo psicológico, el Parc Actúa Contigo, con herramientas de autocuidados, y también les ofrecimos hoteles próximos a los lugares de trabajo para evitar poner en riesgo a su familia. Tuvimos que reorganizar servicios, adaptarnos a los protocolos y tener una buena comunicación para ser transparentes ante tanta incertidumbre. Sobre todo, la clave ha sido el liderazgo compartido.
Además, muchas otras personas se pudieron implicar gracias a las campañas de movilización de San Juan de Dios, «Las caras de la vulnerabilidad» y del Parc Sanitari SJD, «No lo podemos permitir. ¿Esperas o actúas?»
Exacto, más de 100 familias, muchas de ellas con menores a cargo de entre nuestros usuarios de la Red de Salud Mental, han padecido una situación de extrema fragilidad. Ni tan solo han podido cubrir sus necesidades básicas de alimentación y de higiene a causa de esta situación sobrevenida. Ahora, con la perspectiva del tiempo pasado, vemos clara la necesidad de transformar esta solidaridad que ha surgido de las emociones y de la gratitud de los ciudadanos en un deber y un compromiso permanente de cada uno de nosotros con la comunidad. Tenemos el deber como personas adultas de educar a nuestros niños y jóvenes para que se conviertan en personas generosas y solidarias al servicio de la comunidad. Ha quedado patente que, aparte de unas inmediatas y buenas directrices de gestión, la fuerza para superar los momentos adversos de la vida está en el interior de cada uno de nosotros y a su vez, en el trabajo conjunto.
El esfuerzo y compromiso de los profesionales han sido esenciales para continuar proporcionando un servicio excelente a las personas atendidas, a pesar del miedo a contraer la enfermedad y contagiarla a su entorno más cercano.
¿Cuál ha sido el principal reto para el Parc Sanitari SJD?
Era un reto diario, y la situación podía afectar a los usuarios del recinto de Sant Boi, del edificio de Numancia y del área penitenciaria. Además, teníamos que apoyar a los profesionales que estaban en primera línea para evitar el riesgo de contagio. Pero, personalmente, mi mayor inquietud fue el aislamiento, la falta de contacto con las personas queridas y, ante todo, el miedo a perderlas.
¿Cómo habéis intentado combatir el sentimiendo de soledad de las personas atendidas?
Hemos intentado ser creativos. Hemos impulsado numerosas acciones digitales tanto en el Hospital de Sant Boi como en la Red de Salud Mental, lo cual nos ha ayudado a aligerar el impacto de la pandemia. Entre estos proyectos hay que destacar la nueva herramienta tecnológica de Eureca para telemonitorizar a los residentes de la red de hogares con soportes de salud mental. También han sido cruciales las videollamadas como recurso de comunicación más directa, que rebajaba la tensión de pacientes y familiares, o la puesta en marcha de una nueva app del Parque Sanitario. Hemos aprendido que los detalles más insignificantes, en momentos difíciles, pueden ser la clave de un buen acompañamiento.
¿Qué huella emocional nos deja la pandemia?
Nos ha afectado a todos. El miedo al contagio, el aislamiento, la pérdida de puestos de trabajo, la disponibilidad permanente de los sanitarios y trabajadores esenciales, la crisis económica mundial, la pérdida de seres queridos, el agotamiento, etc. Todo ha derivado en una pérdida de confort y sufrimiento emocional sin precedentes, que se está manifestando de formas muy diversas. En este sentido, se debería elaborar un plan preventivo que ponga el foco en el bienestar emocional de la infancia, los jóvenes y los colectivos vulnerables desde una perspectiva global y comuntaria.
Esta crisis ha puesto de manifiesto la importancia de la solidaridad y la hospitalidad, dos valores fundamentales para la institución.
Exacto, y a lo largo de los quinientos años de historia de la Orden Hospitalaria San Juan de Dios la respuesta es y será siempre la misma: acoger y estar al lado de la persona en situación vulnerable, ofreciéndole lo que somos y tenemos, intentando ayudar y hacer el bien en todo momento. Todo ser humano, independientemente de su raza, género, estatus, etc., se siente vulnerable y frágil ante una crisis como la actual. Todos, en diferente grado y forma, estamos compartiendo las mismas percepciones y vivencias, y necesitamos lo mismo: sentirnos protegidos, cuidados y acompañados por el afecto y la comprensión de los demás. La hospitalidad, nuestro valor fundacional, siempre se ha caracterizado por transmitirse desde la igualdad y el respeto a la pluralidad y la diversidad.
En este sentido, para conseguirlo también es importante la corresponsabilidad.
Sí, y este valor hay que reforzarlo. Vacunarse no es solo un acto personal de cuidarse a uno mismo, sino también de cuidar al otro; de contribuir al bien común. Desde el inicio de la disponibilidad de las primeras dosis, el Parque Sanitario se ha volcado en promover la vacunación masiva de los profesionales, con una visión clara y contundente de fomentar la autorresponsabilidad. Solo si conseguimos la inmunidad de grupo seremos capaces de avanzar.
Cuando todo haya pasado, ¿qué imagen de esta pandemia no olvidarás nunca?
Sobre todo no olvidaré su crudeza, que aumentaba cada día: la ingente cantidad de personas que iban muriendo; las salas llenas de ataúdes, fosas comunes; las expresiones de dolor de las personas que pierden a sus seres queridos sin tan solo poderse despedir. Y tampoco olvidaré las imágenes reconfortantes y motivadoras de los ciudadanos aplaudiendo cada día incansablemente desde las ventanas de sus casas, ni los numerosos dibujos de los más pequeños de casa, con mensajes de esperanza y consideración.
¿Y un mensaje de esperanza?
La pandemia del siglo XXI es una oportunidad de transformación, de aprendizaje y de solidaridad sin fronteras. Debemos buscar otros modelos económicos y sociales que nos ayuden a hacer una mejor distribución de la riqueza y luchar por una sociedad más justa, equitativa y comprometida con el planeta. No podemos ni debemos desear vivir tanto como antes de la pandemia. Tenemos una oportunidad para el cambio, y tenemos que aprovecharla.
Esta entrevista forma parte de la Memoria Solidaridad SJD 2020.