Trabajador social sanitario. Desde 2010, es jefe del Servicio de Trabajo Social del Hospital Sant Joan de Déu (Barcelona) y, desde 2015, pertenece al equipo de Experiencia del Paciente de esta misma organización, grupo nacido con el afán de mejorar las vivencias de los pacientes y familias en el hospital, considerando su propia perspectiva.
David Nadal | Jefe del Servicio de Trabajo Social del Hospital Sant Joan de Déu
Año 2009. Un trabajador social sanitario sube a la sexta planta del Hospital Sant Joan de Déu, se dirige a la habitación 617. Antes, pide información al equipo clínico referente, y le preguntan: ¿por qué tienes que conocer esta familia si tienen recursos económicos y tratan bien a su hijo? Afortunadamente, este discurso ha ido cambiando.
Toda familia que tiene un niño hospitalizado por una situación de enfermedad grave se encuentra en situación de vulnerabilidad, entendida como «un estado de menor resistencia a las molestias y agresiones, definitivo o temporal. Todas las familias, sean del tipo que sean, y tengan la estructura y la forma de vida que tengan, pueden ser también vulnerables en un momento u otro de su ciclo de vida «, dice Bronfenbrenner.
Se trata de un momento nuevo en el que la dinámica habitual de la familia se tambalea y el equilibrio que podían tener anteriormente, peligra. La situación se agrava cuando ya existían dificultades previas que, con la hospitalización del hijo o hija, aunque se hacen más evidentes.
A lo largo de los años hemos ido acordando con los equipos clínicos (que, actualmente, tienen una visión más holística de lo que significa estar enfermo) la derivación sistemática al trabajador social sanitario de referencia ante el debut de diagnósticos que sabemos que causan un fuerte impacto a nivel familiar como, por ejemplo, los oncológicos, las enfermedades limitantes para la vida, la diabetes, determinadas enfermedades mentales, el daño cerebral adquirido…
Qué aporta ocuparse de la dimensión social de la familia?
En primer lugar, dar respuesta a las necesidades de orden práctico que aparecen en este momento, posibilitando que les podamos ofrecer asesoramiento de manera inmediata, siempre y cuando las familias no se hayan podido organizar de manera autónoma: cómo organizarse con el trabajo, como seguir atendiendo a los otros hijos con garantías, como poder cubrir las nuevas necesidades que van apareciendo (alojamiento, transporte en el hospital, gasto de comidas …), información sobre prestaciones, gestión del alta hospitalaria cuando sea el momento … el hecho de disfrutar de información y asesoramiento especializado en la enfermedad concreta de su hijo o hija, anticipando las posibles dificultades, reduce la angustia de lo que hay que resolver con inmediatez. Este soporte se extiende más allá del contexto de hospitalización aguda y en conjunto con otros servicios comunitarios ya que, en la mayoría de ocasiones, se trata de enfermedades crónicas o de larga duración.
El hecho de disfrutar de información y asesoramiento especializado en la enfermedad concreta de su hijo o hija reduce la angustia de lo que hay que resolver con inmediatez
En segundo lugar, y quizás es la faceta aún desconocida de lo que podemos ofrecer, es el acompañamiento emocional. «Acercarse a la realidad sociofamiliar implica disponibilidad, actitud de escucha y respeto para comprender la situación y saber cómo podemos ayudar. Conocer significa mostrar interés por la realidad de cada familia: qué piensan, qué les preocupa, cómo se organizan, experiencias criticas importantes anteriores, con qué recursos personales y familiares cuentan, qué expectativas tienen, como se sienten», tal como nos dice Marta Gavaldà (2013), trabajadora social del hospital San Juan de Dios. Dentro del marco de un trabajo en equipo, las familias suelen agradecer poder contar con un espacio de expresión de emociones, dentro de un marco técnico, donde poder verter y compartir lo que les está pasando.
Desde esta primera aproximación a la realidad familiar, podremos detectar las situaciones de alta vulnerabilidad y/o de riesgo social, compartirlas con el equipo y hacer propuestas de un plan de trabajo específico, de más o menos intensidad, que habrá que incluir en el plan terapéutico del paciente.
En un hospital hay sufrimiento. Y el sufrimiento no entiende de orígenes, de religiones, de estructuras familiares ni de economía. Si queremos hospitales humanizados, que contemplen todas las dimensiones de la persona, hay que aportar mirada social ante cualquier abordaje clínico y terapéutico.
En el hospital Sant Joan de Déu, desde hace tiempo, hemos apostado por una intervención social sanitaria proactiva más que reactiva, donde los diferentes profesionales del equipo cuentan con conocimientos transdisciplinarios, al tiempo que expertos, y con el objetivo de ofrecer una atención lo más integral e integrada posible.
El sufrimiento no desaparece, pero si lo podemos compartir, resulta más ligero.
Articulo publicado en Social.cat