Con el confinamiento, el día a día con las personas con las que convivimos a veces puede ser difícil, pero también es una oportunidad para cuidarse y conocerse en estos días complicados. Así lo han demostrado las personas que viven en el albergue para personas en situación de sin hogar de Sant Joan de Déu a València. A lo largo de estos días han sacado la mejor parte de ellas para enfrentar la situación juntos, con solidaridad y resiliencia.
Tal y como han explicado desde el albergue de Valencia, los residentes están viviendo un clima de convivencia muy positivo, con mucha voluntad de colaboración y una actitud positiva desde el inicio de la crisis. Tan en el albergue de 50 plazas como los 14 viviendas compartidas, las personas que viven están siendo un ejemplo de solidaridad y compromiso positivo en esta crisis.
Además de adaptar los espacios a las medidas de seguridad, los profesionales también acompañan diariamente a los residentes, y han elaborado un programa de actividades para ofrecer alternativas de ocio y tiempo libre. Esto les ayuda a mantener la estabilidad emocional, ya que la crisis sanitaria y el cambio de contexto hace aumentar la inseguridad de muchas personas. También han seguido trabajando para ofrecer el servicio transversal que dan para que las personas puedan recuperar su autonomía con respecto al empleo, la salud y una vivienda digna.
A pesar con una situación tan diferente a la que estamos acostumbrados a vivir, es normal que haya días difíciles, pero convivir con otras personas y hacerse lado cuando alguien lo necesita, lo hace todo más fácil. Con campañas como Las Caras de la Vulnerabilidad podemos ofrecer un hogar a estas personas y ayudarles mejorar su vida. Son personas que han salido de dificultades vitales y que vuelven a demostrar, con su resiliencia, poco a poco y entre todos y todas lo conseguimos.